martes, 22 de diciembre de 2009

LA LEYENDA DE VERÓNICA

Siempre se ha dicho de que los espejos son una especie de entrada hacia el otro mundo, pero uno no sabe ¿Por qué?, bueno he aquí una de las respuestas que sin duda cambiara la forma de mirar un espejo.

Nuestra leyenda nos remonta a Madrid, España, donde Carolina y Verónica (dos muchachas que eran novicias), se habían enamorado perdidamente de aquél chico tan atractivo, que llegara tan solo una semana al convento. Las dos muchachas, habían acordado en convertirse en religiosas, por una promesa tal vez no meditada y esto las había conducido hacia un estilo de vida que ninguna de ellas deseaba.
Pero, lejos de dedicarse a su religión, las dos jóvenes habían terminado por caer ante el estado físico del muchacho, quien pertenecía a una de las congregaciones llegadas para participar en la convivencia religiosa, organizada por el convento.

Carolina acosaba continuamente a Álvaro, por todos los rincones, por los pasillos. Y a pesar de que el muchacho intentaba zafarse de todos sus arrebatos, en el fondo algo debía sentir también por ella, porque ambos terminaban besándose siempre y prometiéndose estar juntos.

Carolina le había hecho saber a su amiga el amor que sentía por Álvaro, así que Verónica disidió desde aquel momento mantener en secreto sus sentimientos hacia el joven. Sin embargo, ésta última, bastante más avispada que su amiga, supo encandilar con mayor rapidez a su amado, y quiso la fatalidad que, encontrándose en la habitación de Álvaro ambos jóvenes haciendo el amor, fuesen sorprendidos por Carolina, quien después de buscar a Verónica por todas partes sin hallarla, se le había ocurrido preguntar al muchacho por ella acudiendo directamente a su cuarto.

La reacción de Carolina no se hizo esperar dando gritos y sin dejar de amenazar a su, hasta aquel momento, amiga del alma. En vano Verónica pudo explicarle a su amiga, quien había finalmente abandonado la habitación corriendo sin mirar hacia atrás, su intención de renunciar a la vida religiosa y casarse con Álvaro en cuanto fuese posible, a pesar de su corta edad. Al comprobar que resultaba imposible hacer entrar en razón a Carolina, decidió regresar a su habitación y hablar con ella a la mañana siguiente. Aunque esa mañana.... jamás llegaría para Verónica...

Así pues, mientras Verónica dormía plácidamente esa misma noche, aquella en la que fuera sorprendida por su amiga. Cogiendo unas tijeras de costura, que curiosamente estaban atadas a un lazo rojo, para que pudiesen permanecer colgadas del cuello sin posibilidad de pérdida, Carolina estaba más que dispuesta a terminar con la vida de Verónica, cosa que sin lugar a dudas, haría sin remedio. Después de entrar en su habitación y comprobar que ésta se encontraba dormida, levantando las tijeras, totalmente fuera de si, las clavó en el corazón de la muchacha mientras gritaba con furia: “Verónica”, “Verónica”, “Verónicaaaaa”.

Pasaron unos minutos para que Carolina, tome consciencia de lo que había hecho. Con su amiga muerta en el suelo, lo único que se le ocurrió hacer fue de enterrarla en los alrededores del convento.

Un año transcurrió después de aquel suceso, y Carolina seguía en el convento, como si nada hubiera pasado. Ahora, con 18 años, había dejado su tono rebelde, para convertirse en una futura sierva de Dios. Al menos, lo intentaba, quizá queriendo olvidar algo imposible, el asesinato de su amiga por sus propias manos.

En el convento todos creían que Verónica finalmente se había marchado junto a Álvaro al terminar la convivencia religiosa, y para nada podían sospechar su trágico final.

Cuando llego el día del asesinato de Verónica, sonidos y voces extrañas empezaron a oírse por todos el convento. Mientras que Carolina, muerta del miedo, acurrucada en su cama, escuchaba los leves pasos que se dirigían hacia su cuarto, en eso Carolina muerta del miedo abre los ojos y ve el cuerpo de su amiga Verónica, la cual sujetaba las tijeras. Casi de inmediato Verónica clavo las tijeras dentro del corazón de su amiga, cumpliendo con su venganza.

No fue hasta el día siguiente en que las mojas encontraron el cuerpo de Carolina yaciendo en su cama, con las tijeras (con una cinta roja) incrustadas en su corazón y en sus manos había una Biblia con la tapa roja, en cuyo interior Carolina relataba el asesinato de si amiga, a causa de sus descontrolados celos.
Aún hoy se dice que el espíritu de Verónica sigue vagando continuamente, sin sentirse del todo saciada de su venganza, en constante acecho en busca de víctimas... "Todos aquellos que se atrevan a invocarla, nombrándola tres veces, con unas tijeras sujetas por un lazo rojo, una Biblia abierta por el centro y en plena noche, allí donde se reflejen sus rostros o sus cuerpos, n una habitación amparada como toda luz solo por dos sencillas velas...", puede que reciban su visita, y eso significaría, una muerte cierta...

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